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Daniela Rus, directora del Laboratorio de Ciencias de la Computación e Inteligencia Químico del MIT y profesora de ingeniería eléctrica e informática del MIT, fue nombrada recientemente co-receptora del Premio John Scott 2024 por la sociedad directiva de City Trusts. Este prestigioso honor, empachado de significado histórico, celebra la innovación científica en el mismo lado donde se firmó la independencia estadounidense en Filadelfia, un testificación de la conexión duradera entre el progreso investigador y el potencial humano.

El Premio Scott, el primer premio investigador en Estados Unidos establecido para honrar el dote investigador de Benjamin Franklin, reconoció a Rus inmediato con los profesores Takeo Kanade de la Universidad Carnegie Mellon y Vijay Kumar de la Universidad de Pensilvania. El premio reconoció su investigación en robótica que ha cambiado fundamentalmente nuestra comprensión del campo, ampliando la principios misma de lo que puede ser un autómata.

El trabajo de Rus va más allá de la robótica tradicional y se centra en el ampliación de inteligencia industrial que dé sentido al mundo físico a través de algoritmos explicables. Su investigación representa una visión profunda: crear robots como herramientas bártulos que amplíen la fuerza, la precisión y el radio humanos, como socios colaborativos que puedan resolver desafíos del mundo positivo.

En su discurso, Rus reflexionó sobre su época como estudiante de posgrado, donde reflexionó que el potencial de las máquinas inteligentes reside en la sinergia entre el cuerpo y el cerebro. “Las capacidades de un autómata están definidas por su cuerpo físico y la inteligencia que lo controla. Durante las últimas décadas, he dedicado mi investigación al ampliación de sistemas mecánicos y cognitivos de robots, trabajando inmediato a brillantes estudiantes, colaboradores y amigos que comparten esta visión transformadora”, dijo.

Sus proyectos ilustran este compromiso. El MiniSurgeon es un pequeño autómata de origami ingerible que puede eliminar las peligrosas pilas de cogollo de los sistemas de los niños. Suaves criaturas robóticas como peces y tortugas marinas permiten una exploración acuática sin precedentes. Los barcos robóticos modulares pueden autoensamblarse en puentes y plataformas, lo que demuestra inteligencia adaptativa. Más recientemente, ayudó a inventar redes neuronales líquidas, inspiradas en el sistema neuronal elegantemente simple de un infeliz diminuto. Al diseñar algoritmos que pueden intervenir con tan solo 19 neuronas, Rus ha demostrado cómo las máquinas pueden navegar en entornos complejos con una eficiencia trascendente.

Cuando se le preguntó acerca de su trabajo más impactante, Rus fue inequívoca al afirmar que no fueron los robots metálicos, sino los estudiantes e investigadores a los que pudo apoyar y orientar. Esta exposición resume su labor más profunda: no sólo hacer avanzar la tecnología, sino asimismo nutrir a la próxima reproducción de mentes.

“Los problemas más difíciles en IA y robótica”, afirma, “requieren pensamiento y dedicación a derrochador plazo. Un autómata no sólo debe percibir el mundo sino comprenderlo, osar cómo comportarse y navegar en las interacciones con personas y otros robots”.

El Premio John Scott celebra no solo los logros individuales, sino asimismo el reunión entre la exploración científica y la innovación compasiva, como lo demuestran los ganadores anteriores, entre ellos Thomas Edison, Nikola Tesla, los hermanos Wright, Marie Curie, Guglielmo Marconi y otros 20 ganadores del Premio Nobel.

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